miércoles, 2 de marzo de 2011

TÚ TENÍAS QUE HABER MUERTO.

TÚ TENÍAS QUE HABER MUERTO.
TÚ TENÍAS QUE HABER MUERTO Y YO JESUCRISTO TE HE SALVADO

Ser creyente significa promulgar y confesar la fe cristiana, con las consecuencias que la causa del evangelio día a día traiga.
Y por amistad y amor y caridad, dar a los demás consejos de buen trato es honroso.

Deseo contar una experiencia que a mis 22 años aconteció, real y más que real ya que debí haber muerto en un accidente de coche. En aquellos años de juventud tomaba unas cervezas en un mesón por cierto subterráneo. Eran las 12,15 de la madrugada y un grupo de amigos y primos pasábamos el tiempo. Algunos de aquellos amigos han muerto.
A quien tenía frente a mí ví como la niña del ojo izquierdo le giraba dando giros de 360 grados, como en circunferencia. Yo pensaba, esto es tremendo; y a los pocos segundos le dije a mi amigo que esa noche no cogiera el coche que algo grave iba a pasar. Enfadado me dijo, que me dejara de tonterías. El debía de tomar el coche para llevar a la entonces su novia, y que después fue su esposa.
A las 12, 30 salíamos del bar y se dispuso a coger su coche, y mientras yo le decía que me dejase acompañarles, el notaba que su coche no arrancaba. Le dejaron otro coche, y me invitó a subir con ellos. El trayecto sería de unos 10 kilómetros.
Su novia ya había entrado en el coche, y una vez yo estaba sentado en el lado de copiloto, fui sacado del coche inexplicablemente.
Arrancó, y en ese mismo instante, en mi mente empezó a pasar una voz repetitiva, que decía :” Tu amigo Bartolomé se estrella, Tu amigo Bartolomé se estrella…”
Aquella voz en mi mente no dejaba de repetirse y era constante segundo a segundo, como el caer de una gota de agua al suelo. No dije nada ya que no me atrevía. Jamás me había sucedido una cosa así.
Sobre las 4 de la madrugada llegué a dormir a mi casa, y esa insistente voz seguía con la misma peridiocidad.
Pensé que al dormirme desaparecería, pero no fue así. Como si hubiese tenido dos cerebros y los dos pensasen; estuve también soñando esa noche y en mi subconsciente tenía como un pensamiento de que aquella voz seguía y seguía sin parar.
Serían las 9,30 de la mañana cuando me desperté, y rápidamente salí a casa de mi amigo Bartolomé. Iba asombrado y más que emocionado, ya que pensaba se había estrellado y no volvería a verle más.
Le encontré en su habitación durmiendo, y al verme me dice: “ Sabes que he dado un montón de vueltas de coche . Tenía que haber muerto”.
Una hora más tarde me encontraba en el atestado de la policía. La grúa descargaba el coche completamente aplastado.
Más que sorprendido, puedo decir que no era pánico lo que tenía, sino una impresión de juicio final, de sorpresa y de asombro. Realmente es para vivirlo, ya que el temor a morir y a ir al infierno me aterrorizaba. Sí, he dicho el infierno.
En aquellos instantes rodeado de policía y junto a mi amigo, pasa por mi mente una voz: “Tú tenías que haber muerto y yo Jesucristo te he salvado”.

Pensé qué extraño, esto es para volverse loco.
Esta experiencia estuvo en secreto y muy en secreto. Nadie sabía nada más que yo.

Hoy a mis 56 años, he querido hacerla pública por internet; pero he de decir que en estos años miles la han oído.
Deseo también decir, que unos meses después de los hechos que relato, mi compromiso de fe cambió tanto a nivel de fe y conversión propia, que como experiencia la hice testimonio.
Sí, digo en mi fe, ya que a partir de aquello quedé muy marcado.
Doy gracias a Dios públicamente, fue un milagro en mi vida y a mis 22 años.
Y esa voz, ese personaje Jesucristo que no conocía personalmente en aquellos años, empezó a ser real.
Ahora puedo decir: “Yo tenía que haber muerto y tú Jesucristo me salvaste”

Antonio Martinez de Ubeda